jueves, 21 de septiembre de 2017

El debate sobre la enseñanza religiosa. Réplica a Marcelo Alegre, Profesor de Teoría Constitucional, Facultad de Derecho (UBA)

El debate sobre la enseñanza religiosa.
Réplica a Marcelo Alegre, Profesor de Teoría Constitucional, Facultad de Derecho (UBA)

A propósito de su artículo “Enseñanza religiosa: inconstitucional”
(Clarín, 6 de septiembre de 2017)

Por Juan Carlos Monedero (h)
Bachiller y Licenciando en Filosofía

           El asunto en torno a la enseñanza religiosa, así como los debates históricos y conceptuales que ha venido suscitando, demandaría numerosas reflexiones que este formato no facilita. Detengámonos al menos en uno de los planteos, exhibámoslo para luego decir algo al respecto.
           En un reciente artículo reproducido por el diario Clarín[1], el Prof. Marcelo Alegre –Docente de Teoría Constitucional por la Facultad de Derecho (UBA)– ha formulado varios argumentos oponiéndose a la enseñanza religiosa curricular en los colegios públicos. Según él, este tipo de instrucción “viola” el derecho de los niños “a una educación de calidad, porque permite la eventual enseñanza de contenidos dogmáticos incompatibles con el espíritu crítico que debe animar a la educación pública”. De esta manera, se podría imponer “una lectura literalista de textos religiosos que colisione frontalmente con la evidencia científica sobre el origen del universo y de las especies…”.
El artículo sigue pero nosotros nos detendremos en este punto. El argumento es claro: si en los colegios públicos se enseñase religión, podría difundirse algo que –potencial o inmediatamente– entrara en contradicción con “evidencia científica”. Y dado que lo evidente es lo que se ve; dado que lo que se ve no puede ser tildado de irreal, parece que los alumnos serían engañados.
Son los rudimentos inconcientes del argumento, lo que éste comunica al menos subterráneamente. Y dado que el Prof. Alegre parece especialmente dispuesto a ejercitar el espíritu crítico –propio, según sus palabras, de la educación pública– vamos a seguir por este camino. Y se lo aplicaremos a él. O mejor dicho, a su argumentación.
           El asunto –apenas deslizado– sobre el origen del mundo y las especies debe ser explicado con claridad. Según el Prof. Alegre, si la enseñanza religiosa curricular fuese efectiva en los colegios públicos, podría haber una contradicción entre la interpretación del Génesis (el primer libro de la Biblia) y la teoría darwinista de la evolución. En efecto, mientras que esta teoría sostiene que todos los seres proceden de un primer ancestro común, a través de transformaciones lentas y graduales, en los primeros capítulos del Génesis se puede leer cómo Dios crea por separado a las especies. Asimismo, mientras que el motor de la transformación de las especies sería, según la teoría, el puro azar –sin intervención de ninguna guía o propósito divino–, lo que se desprende de la lectura de la Biblia es justamente lo contrario: la Mente Divina ha pensado, diseñado cada ser –y en especial, al hombre– en vista a un fin. En el principio fue el Verbo, agrega San Juan desde el Evangelio. “En el principio fue el azar”, todo es azar y necesidad, escribió Jacques Monod.
           Ahora bien, la pregunta del millón es la siguiente: ¿es cierto que la enseñanza religiosa contradice la evidencia científica?
Aquí Alegre parte de un supuesto tácito pero no demostrado: el supuesto de que la teoría evolutiva está abrumadoramente respalda por la evidencia científica. Pero, ¿es así? En el año 2005, un prestigioso cuerpo de científicos asumió el compromiso de firmar públicamente un manifiesto titulado “A Scientifici Dissent from Darwinism” (Un disenso científico al Darwinismo), declaración que vio la luz en septiembre del mismo año. El documento–que puede leerse en inglés[2] y en castellano[3]– arroja la nómina de no menos que 800 profesionales en todo el mundo[4], de las más diversas disciplinas, que han avalado la siguiente frase:

Somos escépticos acerca de las afirmaciones de que las mutaciones aleatorias y la selección natural puedan explicar la complejidad de la vida. Debe fomentarse un cuidadoso examen de la evidencia a favor de la teoría darwinista.

Existen razones para una actitud, como mínimo, de prudencia. Además del presente argumento de autoridad, hemos profundizado aquí[5] y aquí[6] en cuestionamientos de fondo a los pilares de la teoría. También sobre el tema del origen del mundo[7]. Existen razones, por tanto, para considerar que la enseñanza religiosa no “colisiona frontalmente” con la evidencia científica –que era el argumento del Prof. Alegre– sino con la ideología antiteísta y antifinalista. Es decir, con la pretensión apriorística y prejuiciosa de que el mundo no puede estar dirigido o pensado o diseñado por una Mente Superior. Ideología que subyace en el planteo de quienes sostienen la teoría darwinista de la evolución.
La enseñanza religiosa no sería contraria, por tanto, a la evidencia científica sino a la ideologización de la ciencia y a la interpretación sesgada de los datos que las distintas disciplinas ofrecen.
Lleguen estas líneas al Prof. Marcelo Alegre, y si fuera su deseo conversar o debatir públicamente el tema, sepa el mencionado docente que nos encontrará bien dispuestos a ello. Y puesto que su motivación parece ser la de salir en defensa de la evidencia científica –supuestamente conculcada por los planteos vinculados a la enseñanza religiosa– desde este artículo hacemos una reconvención al precitado catedrático para que sondee “con espíritu crítico” propuestas que, especialmente desde el campo del Derecho, pretenden legitimar la práctica del aborto amparándose precisamente en afirmaciones contrarias a la evidencia científica (“el feto sólo es un conjunto de células”, “no es una vida humana”, “no es una persona humana”, etc.). Allí encontrará numerosos ejemplos de “enseñanza” de “contenido dogmático” que colisiona frontalmente con la más pura evidencia. Estaremos encantados de leer su próximo artículo al respecto.



[1] Cfr. https://www.clarin.com/opinion/ensenanza-religiosa-inconstitucional_0_B1Rppo3FW.html.
[2] Cfr. http://www.dissentfromdarwin.org/
[3] Cfr. http://www.dissentfromdarwin.org/about/esp/. La misma página web se encarga de aclarar: “Las personas que firman la disensión científica sobre el darwinismo deben tener un doctorado en un campo científico como la biología, la química, la matemática, la ingeniería, las ciencias computacionales, o una de las otras ciencias naturales, o deben ser médicos acreditados y desempeñarse como profesores de medicina”.
[4] A Scientific Dissent From Darwinism. (noviembre 2016). Recuperado de http://www.discovery.org/scripts/viewDB/filesDB-download.php?command=download&id=660. Tal como la página informa, quienes deseen suscribir este aserto deben contar con las siguientes condiciones: Las personas que firman la disensión científica sobre el darwinismo deben tener un doctorado en un campo científico como la biología, la química, la matemática, la ingeniería, la ciencias computacionales, o una de las otras ciencias naturales, o deben ser médicos acreditados y desempeñarse como profesores de medicina”.
[5] Cfr. http://apologetica-argentina.blogspot.com.ar/2016/05/carta-de-lectores-enviada-la-nacion-el.html
[6] Cfr. http://apologetica-argentina.blogspot.com.ar/2016/05/el-escarabajo-bombardero-o-la.html
[7] Cfr. http://apologetica-argentina.blogspot.com.ar/2016/05/la-fe-catolica-el-materialismo-y-la.html

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